Filosofía para Niñxs

Filosofía para Niños (Philosophy for Children) surge en los Estados Unidos a fines de los años ´60. Sus creadores, Matthew Lipman y Ann Margaret Sharp, se propusieron extender la práctica filosófica fuera de los ámbitos académicos y fomentar su ejercicio desde la primera infancia. Para ello parte de una concepción de la filosofía vinculada al “no saber”, a la duda, a un cuestionamiento que nunca termina de satisfacerse; en otras palabras, piensa a la filosofía más como una actitud que como una compilación de teorías. Dada la ingenuidad que reina en la infancia y la inmensa capacidad de asombro que impide a los niños contentarse con una única forma de ver el mundo, la filosofía aparece de este modo íntimamente ligada a la niñez. Lipman intuyó que por medio de esta disciplina los pequeños lograrían desarrollar un pensamiento propio, dado que aquella, en su modo de proceder, nos motiva a someter a una reflexión crítica todo aquello que pensamos y decimos, y en este sentido nos obliga a apropiarnos significativamente de nuestras ideas. De este modo, la filosofía aparece como una herramienta educativa muy prometedora, sobre todo en una época en que la educación se encuentra cargada de incertidumbres y decepciones


El programa desarrollado por Lipman y Sharp propone otro modo de enfrentarse al saber, en el cual el alumno asume un rol activo y va él mismo en busca de lo que desea saber: el ideal que se persigue es la vuelta del filosofar a su original acepción de amor por la sabiduría, donde la pregunta y el cuestionamiento eran ingredientes esenciales a todo aprendizaje. A partir de la fuerte motivación que ejercen los relatos filosóficos, y las vivas discusiones que encarnan de manera filosófica los problemas que enfrentamos cotidianamente, los niños comprenden que la totalidad del saber que se imparte en la escuela es susceptible de los mismos cuestionamientos y por ende, puede generar el mismo entusiasmo. Es en este punto donde la educación recupera su fuerza motriz.